'MATILDE DE ORLEMM.
DRAMA EN CINCO ACTOS
3 Y EN PROSA.
e]
, Pe pd A NUESTRO TEATRO
DEL FRANCÉS,
POR De As ISE;
REPRESENTADA EN EL COLISEO
DE LOS CAÑOS DEL PERAL.
MADRID MDCCCHIHT,
SEN LA IMPRENTA SITA CALLE DE CAPELLANES.
PERSONAS DE ESTE DRAMA,
EL CONDE DE ORLEIM.
MATILDE , Su bija.
AMELIA , amiga de la difunta Condesa de Orleim , y aya íntima de Matilde.
ERNES , joven , sobrino del Conde.
MR. HERMAN , Capellan de la casa, entrage
de Abate.
mr. BLuM , Mayordomo del Conde.
EL BARON DE VODMAR ) j0U€N.»
Luisa , Camarera de Matilde.
FELIPE, amante de Luisa y criado del Conde.
carzos, criado de librea del Conde,
Criados del Conde y del Baron.
La Escena es en el Palacio de Orleim, situado en una Granja.
(3) ACTO PRIMERO.
Representa el Teatro un espacioso salon del dicho Palacio. Habrá una pueria á la iz- quierda de los Actores , otra grande al fon= do que dá al jardin , puesta entre dos ven-= sanas , por las que se descubre vario espacio de terreno y camino que conduce á la puerta de la entrada. Dos grandes plantíos trans- versales á corta distancia de las ventanas. Una papelera cerrada al lado derecho, y va= rios asientos y muebles correspondientes á la magnificencia del salon.
ESCENA PRIMERA. LUISA Y FELIPE,
FELIPE. a por último , mi querida Luisa, estás determinada , y me pro- metes amarme siempre?
Luisa. Sí, Felipe mio,siempre , siempre; y puedo asegurartelo sin el menor miedo de faltar á mi palabra , porque soy de una familia que jamás supo lo que es la infidelidad.
FELIPE. No, pues tales familias no dexan de ser hoy harto raras en el mundo. Ni me atrevería yo á jurarte que sea de
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(4) ese número la mia ; pero en fin yo serviré de exemplo á mis descendientes. xuisa. Como que lo espero así..... El Conde, nuestro amo, llega hoy , y en el mismo dia le harás la propuesta. ¿Que- damos conformes?
FELIPE. Dos horas le doy de descanso, porque no es corto el paseo que hay des- de Berlin á este Palacio. ... Déxole alentar un poco , y luego me abalanzo áél, y con la mayor política le hago sabedor de nuestros proyectillos ; los aprueba , nos dá un buen dote, nos casamos , somos felices y principiamos prontamente con una nueva raza de esa dichosa clase de gentes que ignoran lo que es la infidelidad.
Luisa. Cuidado conque te se escape esa palabra delante del amo; mira que lo perdiamos todo.
FELIPE. 3 Y por qué?
Luisa. No te lo puedo decir, en primer lugar porque es un secreto , y en segun- do porque. ... no lo sé. |
FELIPE. ¡Esa si que es una poderosa ra- zon! Pero digo ¿será tal vez porque el Señor Conde habrá dado con alguna infiel?
Luisa. (Arrimandose al oido de Felipe.) Así se decia á la sordina.
FELIPE, Pues no es posible que lo fuese
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la Condesa , su esposa, cuya muerte ví que lloró toda la familia. .
Luisa. (Aparentando saber mas de lo que quiere decir.) ¡Ha!....
FELIPE. ¿Esverdad lo que he oido de que vivieron separados unos diez años?
LUISA. Si ¡diez años! mucho tiempo es para quien ama de veras, y mas si ni aun puede quejarse.
FELIPE. HAñadamos á eso, que sabiendo el Conde que estaba ella para morir, se encerró con obstinacion en su Palacio, y no permitió el ir á recibir sus úl- timos suspiros.
LUISA. ¡Y esta absoluta prohibicion de que por ningun caso se le pueda nom= brar á la difunta!....
FELIPE. ¡Y el modo de portarse con Ma- tilde , su hija, que despues de la muer- te de su madre se la traxo aquí, donde está peor que una estraña!....
muisa. Todo esto dá muy bien en que pensar.
FELIPE. Yo te aseguro, que á estar yo en esta casa anteriormente , ya estaría algo mas adelantado en el particular... Tal vez la Condesa, á quien todos su- poneis tan virtuosa , habria en efecto.....
LUISA. (Interrumpiendole con viveza.) No digo yo tanto.
FEHPIDE. ¿Puesqué es lo que dices?
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juisa. Nada. ,.. Sino que tú me haces hablar... . Supon con certeza que nada sé de positivo, y que nadie en casa sabe sobre esto mas que yo... Niaun nuestro Abate Herman, íntimo del amo. . .. Y como este no lo sepa á fon- do , á nadie seguramente se le ha con- fiado el asunto.
FELIPE. ¿Y Madama Amelia , esa amiga antigua de la Condesa de Orleim , que nunca ha abandonado á Matilde. ... Ma- dama Amelia , no lo sabrá?
Luisa. ¡Oh! ¡siesa hablára!. .. Enton- CES... . Pero no, no se la escapará ni una sola palabra.
FELIPE. Pero el sobrino del Conde, el joven Ernés , que le heredára seguramen- te á pesar de su propia hija ¿ qué dice á todo esto?
LUISA. “¿Quién? ¿ Mr. Ernés? Desde su pasada enfermedad , cuya fecha se cuenta desde el arribo de Matilde á esta casa, se mudó su caracter enteramente. .. El que era ántes tan alegre , ha caido aho- ra en una melancolía. ... ¡y en tal es- pecie de languidez!.... No, que me enmelen sino le ha petadosu prima.
FELIPE. ¡Puede ser! pero ¡y qué nos im- porta á nosotros!, . . . Ello'es que en ca— si todas las familias suele haber unos secretos, que el diablo quelos entienda.
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Vaya , dexemos ya esto en que no nos debemos metet. ... Me dá lastima el amo, eso sí, porque no es muy dicho- so; y no me compadezco ménos de la pobre Matilde , cuya madre fué culpa- ble, pero aun así no debia ella pagar delitos agenos. . . . | Luisa. ¡Delitos!... ¡Culpable!.... ¡Su Ma- dre!... ¿ Y quién te ha dicho una pala— bra de todo eso? Cuidado con que ha- bles así delante de otros ; mira que nos pondrian 'en la calle 4 entrambos. FELIPE. (¿Yo? ¿hablar? Si, si, con to- dos parezco mude , ménos contigo. .. + Pero calla , que el Abate Herman viene,
ESCENA Il MR. HERMAN, LUISA Y FELIPE,
HERMAN. 3 Qué tal ha pasado la noche la Señorita Matilde?
vuisa. Señor Herman, harto mal.
merman. (Aparte) ¡Pobre criatura! (En voz alta.) ¿Y Madama Amelia?
ruisa. Procura esforzar á su amiga.
HERMAN. ¿Qué, no baxarán aquí un rato esta mañana? sE
zuisa. ¡Ay Dios! ¡si, baxarl. ... Mr. de Orleim está para llegar.
HERMAN. Ya lo sé; pero €s aun muy
(8) temprano , y no cgasá el Conde hasta medio dia.
guisa. Mr. Ernés , su sobrino, creo que vá á montar á caballo para salirle al encuentro.
HERMAN. . El sSDpEO) será bien recibido.... (Aparte.) y la hija tendrá que escon- derse. ... (4 Felipe.) ¿Está en casa el Mayordomo?
FELIPE. ¿Quién? ¿Mr. Blum? Yo acabo de estar con él,
HERMAN. Podeis decirle que se sirva pa- sar aquí. Tengo que decirle, y le espe- ro en esta misma sala,
ESCENA II. HERMAN Y LUISA.
guisa. Me subo á la habitacion de Ma- damas. ¿Nada mas quereis quelas diga? HERMAN. Aquí las veré quando baxen. xuisa. ¡Ha!... abora me acuerdo, Mr. Ernés , que me vió al amanecer en el patio, me preguntó si podría veros. HERMAN. Me importan muy poco sus vi- sitas. LUISA. Sin embargo esun joven, precioso. HERMAN. Sí, su exterior no cabe mas. Luisa. Pues su fisonomía anuncia su hon- tadezo
MERMAN. Los hombres saben hoy muy bien tomar la fisonomía mas Conve- niente á sus intereses.
Luisa. (Aparte. Vaya , este no quiere bien á Mr. Ernés, y es el único de- fecto que yo le hallo. (4 Mr. Herman.) Con que en ese supuesto le diré, si le vuelvo á encontrar , que no quereis verle.
MERMAN. No, no tan á secas. ... Yo puedo pensarlo así , pero sería un gro- sero en decirselo de ese modo. ... Es el sobrino del Señor Conde.... Si os pregunta otra vez por mí, decidle que estoy ocupado , y con extremo.
Luisa. Bien está. ... (Aparte al marchar- se.) No sé cómo hay quien no estime á Mr. Ernés ; eso lo siento,
ESCENA I1V.
HERMAN SOLO.
¡Mr. de Ernés!. ... Mr. de Ernés, que se aprovecha de la preocupacion de un padre irritado, que recogerá los frutos de la injusticia ; que privará de sus bienes á la heredera natural, enriqueciéndose con sus despojos!.-: .... ¡Eh! le aborrez- CO. . ... O quando menos hago lo posi- ble para ello, aunque á la verdad no de- xa de serme costos0, . . Ya se vé, tiene
10 un ayte de EA cierta sensibili- dad , y tal candidez , que hablan á su favor , á pesar de quanto pueda encon- trarse en él de malo. ... Pero, ¡vaya Vimd. á penetrar el secreto de la con- ciencia de los hombres!
ESCENA V. HERMAN Y BLUM.
spLuM. Me acaba de decir Luisa ahora mismo , que teniais que hablarme.
HERMAN. Verlad es, mi estimado Blum. El Señor Conde de Orleim estará aquí pronto. ... ¿Lo teneis dispuesto todo en el palacio, como os encargué de su órden £
BLUM. ¡Ah mi padre Capellan! Si Señor, todo está arreglado ya. Está puesta tam- bien la reja. de hierro, y la puerta gran— de que cierra el corredor , y ha de se- parar los quartos del amo , delos que habitan su amable hija y Madama Ame- lia , su compañera. En fin todo está lo mismo que os previno.
HERMAN. Mas vale asi.
mum. En los quatro años que ha que sirvo á Mr. de Orleim', nada me ha man- dado cuya execucion me haya sido tan costosa. '
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HERMAN. Bien lo creo.
BLUM. ¿Con que tenemos otra vez ya á la amable Matilde prisionera , mientras que su padre esté aquí?
HERMAN — (Suspirando.) ¡Prisionera ! Sí, con todo el rigor del término.
BLUM. ¡Y por la orden de un padre!
HERMAN. Lo que debe admirar mas es que lo manda asi un hombre bueno , gene- roso, humano, bienhechor con todo lo que le rodea , y solo bárbaro para con su hija.
BLUM. Yono concibo ¡cómo es que puede aborrecerla!
HERMAN. El la adoraba, Mr. Blum.... Como que es su hija única. Yo mismo le he conocido por seis años enteros el padre mas tierno. Matilde es un retra- to perfecto de su madre , y nadie igno- ra el intenso amor que tenia el Con- de á Carolina su amable y desgracia- da esposa.
BLUM. Eso de amar á su muger y des- terrarla de su vista; dexarla perecer en el último abandono; tener de ella una hermosa hija , y constituirla prisionera en la misima habitacion en que estan; no"consentir jamas en verla, y amena= zar á qualquiera que se la nombre con echarle de casa sin arbitrio. . . No de- Xareis yos mismo de conocer que hay
(12) en todo esto un extremo de rareza sin= SUE
HERMAN. ¡Oh! todas las mayores contra- dicciones se suelen abrigar en el cora- zon humano. Razon y desvarío, crímen y virtud, venganza y remordimientos... Tal es todo hombre, mi querido Mr. Blum , con corta diferencia ¿ así somos. No tenemos ciertamente de que enso- berbecernos. -
BLUM. Pues yo he oido que el Baron de Vodmar tiene sus ciertas miras sobre Matilde. ¿Por qué no se la dará nuestro amo?
HERMAN. Nunca conseguirá Vodmar á Matilde. Con solo oir su nombre se mu= da de color Mr. Orleim ; se estremece, y se suscitan en él tales sentimientos, que apenas basta su razon á conte- nerlos.
BpLumM. Y en cierto tiempo Mr. de Orleim fué el amigo desu padre.
HERMAN. Sí, su intimidad fué extrema- da ; pero hallandose viudo el difunto Vodmar , y ya con este hijo, preten- dió casarse con Carolina. Obtuvo la pre- ferencia Mr. de Orleim.... Venció su pasion Mr. de Vodmar, y se hizo su mas fino amigo. .. Pasaronse seis años en su.mutua amistad.... Un viage de
Ar. de Orlcim, su ausencia por el espa-
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eio de quince meses, y su vuelta aquí tan repentina como inesperada , sepa- ran los amigos , desunen á los dos €s— posos , y siembran la desolacion en to- da la fami, La Condesa y su hija par- ten de aqué"á la media noche ; yanse á encerrar á una casa de campo imuy distante de esta : Mr. de Orleim se re- tira 2 Berlin, no vuelve á dexarse ver mas el Baron de Vodmar; huye de la Prusia, viaja, y no dá la vuelta á su patria , sino para venir á espirar en ella.
BLuM. Eso prueba ya que algun justo mo- tivo de zelos....
HERMAN. ¿Pues qué? ¿necesitan jamas los zelos de un justo motivo?....
pLuM.* Pero en fin Madama la Condesa...
MERMAN. Era la muger mas íntegra y respetable. .. .. Pereció víctima de un misterio, que acaso nunca se cono- cerá.
BLUM. Aquí entra Mr. de Ernés.
HERMAN, (Con disgusto.) ¡Vaya!. . . No le puedo ya evitar. . . Retiraos , amigo (4 Mr. Blum) y no tardarémos en volvernos á juntar.... pues no será larga esta conversacion , porque gasto pocas razo= nes con los que me acomodan poco.
(Salese Blum y saluda al paso 4 Ernés, que
le corresponde con cortesía.)
(14) ESCENA VL ERNES Y HERMAN.
ERNES. ¿Vengo tal vez, Señor Abate, á ocasion en que os importuno?
HERMAN. (Sentado junto áuna mesa en que habrá varios papeles. ) Me: encontrais ciertamente ocupadísimo con motivo del pronto arribo de vuestro Tio. .. Tengo mil cosillas que arreglar.
ERNES. No espero distraeros por mucho rato... He oido esta mañana que mi prima Matilde estaba algo indispuesta,
HERMAN. De modo es, que la perspecti- va de un futuro cruel... Ciertos dis- gustos nuevos. +. +.
ERNES. ¡Ah! ¡quánto lo siento!
HERMAN. (Con una sonrisairónica.) ¿Quién? ¿Vos los sentís, Jirnés ?
ERNES. ¡Mas de lo que pensais! Tambien me han dicho que mi tio ha. enviado ciertas órdenes concernientes á ella.
HERMAN. (Levantandose ,con sentimiento.) Y harto rigorosas. . .. pero bien sé yo que no las ignorais.
ERrNES. (Con afabilidad y tristeza. y Eso es manifestarme claramente que me teneis por sospechoso, y que me acu- SalS.
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HERMAN. Tengo la desgracia de no s$a- ber disimular.
ERNES. Pues como es que quando me e€s- timabais anteriormente. ...
HERMAN. — (luterrumpiendole vivamente.) Entónces estaban Matilde en los brazos de su padre, no sela tenia aun peor que á una extraña en el seno de su familia, y no habia sido aun sacrificada á quien... no tiene, ni puede tener ningun dere= cho para ser preferido á ella,
ERNES. Teneis razon , Señor Herman , ese tal de quien hablais , pues os comprendo, era un huerfano desgraciado , abando- nado desde su cuna , y reducido por una reunion de varios acontecimientos fatales á la necesidad de existir gimien- do en el olvido y la pobreza; ese tal debió su vida y su fortuna á la madre de Matilde , pero tampoco ha sido ni un solo instante ingrato; pues adoró siempre á su generosa bienhechora ; ha reconocido y respetado los derechos. de Matilde, de modo que el menor de sus sentimientos es un suplicio para el co- razon de él ; y ese tal por último pue- dejurar por los mismos cielos que ja= mas ha contribuido al daño ageno.
MERMAN. Yo me alegraré de eso por su propio bien.
ERNES. ¡Y quánta sería mi desgracia,
(16) (con pena) si mi prima es de vuestro mo-= do de pensar!
HERMAN. (Alterado.) Ello es que estais dis- frutando de las prerrogativas que la ase- guraba su nacimiento, . .. Heredareis sus bienes. .. (moderandose, pero insistiendo siempre.) En fin, comparad vuestros de- rechos con los suyos.... Cotejad su suerte con la vuestra. ... y senten— ciad vos mismo, |
BrNES. 3Cómo?... ¡Yo habia de quitar- la su fortuna !. . . ¡Yo!
HERMAN. (Con una sonrisa dolorosa.) ¿Pues qué prueba ese suntuoso matrimonio que os tiene preparado el Conde?
ÉRNES. (Con firmeza.) Aun no está hecho.
HERMAN. Pero se hará; y los inmen- sos estados que debian recaer algun dia en Matilde....
ERNES. (Interrumpiendole con entereza.) Ja más serán mios. ... (procura observar la intencion de Mr. Herman.) Mas seguro es el que pasen al joven Vodmar , que ha hecho bien pública su intencion , desde que murió su Padre, de unirse con mi prima.
HERMAN. (Deun modo vago.) Si que ha concurrido aquí bastante.
ERNES. (Con una curiosidad tímida.) Y sin duda que se le mira de un modo favorable,
FIERMAN. Liso, lo sabrá vuestra prima.
f
e.
(17)
ERNES. ¿Conque si mi tio aprueba esta union?....
HERMAN. Lo juzgo harto dificil.
ERMES. (Con un movimiento de alegría que procura reprimir.) ¡Ah! El tiempo mejusti- ficará ,si, y él me volverá vuestra amis= tad y estimacion.... Ya viene gente...
Voy á dexaros. .... (aparte.) ¡O Dios mio! ¡Es Matilde!. ...
ESCENA vVIL MATILDE ) AMELIA , ERNES , HERMAN.
MATILDE. (Sobresaltada al ver á Ernés;) ¡Ay mi querida amiga! ¡No estaba solo el Abate Herman!
ERNES. (Aproximandose á ella con respe- t0,) No: os asusteis , Señorita , que yo me retiraré si os incomodo.
MATILDE. (Con timidez y embarazo.) Me pensé que estuviese solo Mr. Herman...., pero tampoco es cosa de que vuestra presencia me ofenda.
ERNES. Me lo llegué á temer , como: sé que seme juzga con todo rigor. . . Pe- ro, prima mia , no sé que me indica la palidez de vuestro rostro. ..- ¿Estaisiin- dispuesta ?
MATILDE. (Suspirando.) Soy poco dichosa, y por lo comun participa el cuerpo de la afliccion del espíritu.
B
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ERNES. (Con sentimiento.) ¡No sois dicho- sal... ¿pues para quién debe ser la fe- licidad? : 0
MATILDE. Parece que no para mí, como lo sabeis vos mismo mejor que nadie.
ERNES. (Suspirando.) Si, yosé... que no merezco vuestro odio.
MATILDE. Tampoco es aborreceros el que me veais suspirar por la dicha que es- tais gozando ¿ ademas de que el odio es un sentimiento muy roedor , para que quiera yo añadirle á la multitud de mis penas.
amerta. (Como ¿mpaciente de que dura tan= so la conversacion , pero sin ¿mpolítica.) Matilde que tenemos poco tiempo, pues
- que queriais pasear un rato antes del arribo de vuestro padre.. ...¿Si nos lo permite el Caballero Ernés?.....
ERNES. Os obedezco y me retiro. .. Ja- mas se opondrá HErnés al deseo mas mínimo de su prima. ... Bien lo veo, todo depone aqui contra mí, y las apa- riencias me acusan; pero siempre esta- rá á mi favor el testimonio de mi co- razon. (41 salirse se detiene viendo en- ¿rar ú Luisa.)
(19) ESCENA VI.
LOS MISMOS Y LUISA.
Luisa. Señoras , Mr. de Vodmar viene con- migo á veros. Estaba abierta la reja ca- .«smalmente , y sola yo enla entrada. Por mas que le he dicho que no recibidis hoy á nadie, no ha desistido.
MATILDE. (Con humor.) Huyamosle , Ame- lia 5 vamos.
ERNES. (Enel fondo aparte , y con Fita, ¡Qué es esto! ¡Reusa el verle!
AMELIA. (Llevandose á Matilde. Protit- rad , Herman, que se marche pronto.
MATILDE. (Con viveza.) Vamonos antes que pueda encontrarnos. (Marchanse.)
ERNES. (Enel fondo y aparte.) Pues ¿có- mo huiría de él si estuviese prevenida á su favor?
Luisa. Ya está aquí Mr. de Vodmar,
ESCENA IX, VODMAR, ERNES, HERMAN Y LUISA.
voDMAR. (4 Errés.) No creí tendría el gusto de veros aqui, persuadido :á que impaciente por ver á un tio á quien de- beis tanto. ... p 2
(20) ÉrneESs. No tardaré en cumplir con mi obligacion. (Con frialdad.) vobmar. 3 Debe llegar esta mañana? ERNES. A lo menos le esperamos ; y por lo mismo me permitireis que os dexe. [Vase.) voDmaR. Perdonad mi distracción , Se- ñor Herman , que no os habia visto. HERMAN. No hay de qué , Mr. Vodmar. vopmar. (4 Luisa.) Señorita ¿podré ofre- cerme á los pies de la bella Matilde? zuIisa. Ahora no Señor , no está en su ' quarto. ) vVODMAR. Aquí me dixeron que la encon- traría. . . . ¿Estará en el jardin?.... Luisa. Podrá ser muy bien, mas no lo sé de Cierto... ., Yo misma la buscaré... ( Aparte. ) por donde no la encuentre. Y ase.) $l ESCENA X.
LOS MISMOS MENOS LUISA,
HERMAN. Acaso no será facil que podais hoy hablarla. .. . Estando su padre pa- ra llegar. ...
VODMAR. Eso mismo es lo que me hace
lsinsistir en el deseo de verla, para ro-
<,garla que me escuche un instante. In-
-Steresaos por mí: á este efecto, mi esti- mado Abate, empeñaos con Amelia y
(21) su bella amiga, á fin de que me Con cedan esta gracia, de la que depende tal vez nuestra mutua felicidad.
HERMAN. Sin atreverme á aseguraros que- daré ayroso , podeis estar cierto que de- seo serviros. (Vase.)
ESCENA XL VODMAR SOLO»
¡Con qué ojos me miraba antes el amigo Ernés! descubrian claramente su inquie- tud.... ¿Si amará tambien á Matilde? No es la primera ocasion en que se me ofrece esta duda... . Aun mas, ¿si se- rá él acaso amado?. ... pero no; por- que debe creerle muy culpable... ¡Ah! yo sí que lo soy mucho mas que no él; una sola palabra mia , sin mas que con una palabra sería feliz Matilde , mas el honor ó álo menos lo que ponemos los hombres en su lugar, una preocupacion cruel no medexan que la pronuncie.... ¡Ay padre mio! ¡Qué es lo que hicisteis!
ESCENA XIL VODMAR Y CARLOS.
CARLOS. (Con exterior agitado é inquicto c0-
22”
- mo que teme"que le vean.) Ya hace rato que os busco, Señor Baron.
voDMAR. ¿Qué es lo queme quieres Cár- los?
carzos. (Mirando á todos lados con al do.) No creo que puedan vernos. . . ¿es- perais aquí á la Condesita Matilde?
VODMAR, SÍ.
carros. Pues sabed que será en vano, Al pasar por este lado. al ultimo del jardin , estando yo detras de un enreja- do. que impedia me viesen., oí á eila y su amiga Madama Amelia que decian iban á buscar un sitio extraviado para que no pudieseis hallarlas.
voDMAR. ¿Pues qué he hecho para que de mí huyan?
carros. No lo sé... pero digo , cuidado con que puedan sospechar que los dos
' estamos acordes en el particular. ... Aquí todos se fian de mí , y merezo de todos la confianza 5... pues como mi pobrecita ama fuese mas dichosa... co- mo llegára «yo á creer que su padre la volviese algun dia. á su cariño, y como no fuese el matrimonio el único obge- to de vuestros proyectos con ella, no creais que por todo el oro del mundo fuese yo capaz. de hacer semejante trai- cion, nial Señor Conde, miamo , que me ha «visto nacer , mi mucho menos á
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su preciosa a an quando niña la llevaba yo en mis brazos.
VODMAR. (Presentandole un bolsillo que no acepta.) No dudo eres un hombre de bien, y conozco que jamás te pagaré lo mucho que te debo,
CARLOS. No Señor , no, guardaos vuestro dinero , que no tengo necesidad de él para serviros en esto con todo corazon; porque solo aspiro á la felicidad de mi Señorita Matilde quando me meto en tales asuntos. Hacedla dichosa, y que- do así muy recompensado... . Pero ya que nos hablamos con esta franqueza, Señor Baron, tened la bondad de oir- me,sin enfadaros de lo que voy á de- ciros. Por lo que es en el dia sé de cierto que aun no sois amado ; tal vez lo conseguireis; pero al presente está tan distante. . . . Si la Condesita (ví poco ha) que se lo decia así á su íntima Amelia , por consiguiente si vais á pe- dirla su consentimiento, estad bien se- guro de que no le obtendreis.
vVODMAR. Así me lo temo,
CARLOS. Si lo sé yo de cierto; así mi- rad con cuidado lo que haceis....
voDMAR. Recurrir al medio que tenemos hablado. . . ¡el es harto terrible!
carios. Sí, violento es sin duda. |
vonmMar, El rapto repugna á mi corazon.
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farzos. Y tambien al mio, como soy.
vopmAR. De ningun modo me resolveré, hasta que tenga perdída toda esperanza.
carzos. ¡Ah! es que me temo de que an- tes que anocheza.... pero, por lo que pueda suceder, aquí está una llave de la puertecilla falsa del jardin. Me he hecho con ella sin que el mundo lo sien- ta. Haced que esten aqui bien tempra- no los criados de mayor satisfaccion. La llave esa les facilitará la entrada; que se pongan entre la cerca y el en- rejado.. .. Estaré yo bien alerta , y to- maremos de mancomun las medidas mas convenientes al caso.
VODMAR. Quiero antes volver á ver á Matilde , y hablar ásu padre ; á lo me- nos quedemos libres de los remordimien- tos de una excesiva precipitacion.
CcArLos. Eso es pensar como hombre de bien... . pero digo... . podiais procurar tambien el travar amistad con Luisa, doncella muy querida de las amas. En tales casos una camarera es una alda- ba indispensable. .. Creo que es toda de mi compañero Felipe, un buen mu» chacho, muy apasionado de Mr. Ernés... Vaya que estas noticias podrán seros útiles ; mas sobre todo suspirad , que- jaos , instad con arte á Matilde, y no perdais tiempo. Marchaos ya hácia el
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jardin, pues Le ellas que estais aquí, y por lo mismo no vendrán , estoy muy seguro. A lo ultimo de esa calle de ar- boles , detras de la cascada , en el bos» quecillo espeso , allí es donde se habran metido.
VODMAR. ¿Qué camino he de tomar? (an-
dando para marcharse.)
CARLOS. Por “acia: despues á la dere-
char ESOMES PpPorrali.. Pero”, digo, cuidado con la llave , y que esten aquí los muchachos al amanecer, muy tem- prano.... Vaya, maña, viveza, ani- mo y todo se compodrá. (Vanse por la puerta del fondo tomando cada uno su di- ferente camino.)
(26) ACTO SEGUNDO.
ESCENA PRIMERA. HERMAN SOLO.
Ma no anda por aquí Mr. de Vodmar; sin duda que cansado de esperar tomó el partido de retirarse.
ESCENA IL
MATILDE , VODMAR, AMELIA, HERMAN Y LUISA,
VODMAR. (Que viene siguiendo á Matilde y á Amelia.) No huyais de mi Señorita. Dignaos oirme un corto instante ; haced este ligero sacrificio al grande interés que tomo por vos.
AWELIA. No dudeis Mr. de Vodmar, de que las miras honrosas que habeis he- cho ver á Matilde os aseguran de toda su estimacion ; pero pues que os ha ma- nifestado que no puede su corazon corres- ponder al vuestro , desde vuestra última conversacion , no creo que haya podido mudar de sentimientos.
YODMAR. Aun así, permitidme sepa yo
== — e == A A -
2 de ella misma (4 Amelia) , Sise ha dig- nado reflexionar bien sobre mis propo- siciones. | | MATILDE. Pedian, sí, por su naturaleza toda mi atencion (con cierta contempla- cion, y no he dexado de aplicarsela... pero no puedo aceptarlas.
' VODMAR. Con que en fin deducirémos que
me aborreceis, ¡bella Matilde!
| maTILDE. (Con imgenuidad.) Yo jamás su- pe aborrecer.
vODMAR. ¿Pues qué? ¿Sois asi dichosa?
| MATILDE. Sé conformarme con mi suerte.
| VODMAR. ¿Os lisonjeais á lo menos de que se cambiará algun dia?
MATILDE. Se necesita ser muy infeliz pa- ra perder hasta el consuelo de la es-
y peranza.
-¡vODMAR. ¿Llega hoy vuestro padre?
MATILDE. Si Señor.
VODMAR. Y sus repetidas ordenes ponen otra vez un muro de separacion entre
, él y vuestra persona.
HERMAN. (Con despego.) ¿Y qué? ¿Os cree- Teis A POr eSOÉ6 «0.4 voDMaR. (Interrumpiendole.) Si Señor , me
creo que la hija del Conde de Orleim será desterrada al pabellon mas retira- do del Palacio que él habita ; que la reja y la puerta de hierro del quarto que . €lla ocupe no volverán á abrirse hasta
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que le dé gana al Conde de ausentar- ' se ; añadese á esto ( dirigiendose ahora | la palabra á4 Matilde. ) el precepto mas rigoroso de que por ningun caso 09. presenteis delante de él, Señorita. Ha.
impuesto tambien á todos el de que no
Y . | se 0s/nombre de ningun modo en su pre=.
sencia, y mucho menos para hablar a
vuestro favor. . .. Todo, todo lo sé; podrá tal vez condenarse mi curiosidad, |
pero me disculpan mi humanidad y mi
amor. En fin , Condesita, estais humi-'
lada, abandonada y aborrecida. .. Mas
jay de mí! ¡ya llorais!. .. Perdonadme estos arbitrios rigorosos que la necesidad
me hace emplear para convenceros, har- to lo siento , pero lo cierto es que lle-
ga hoy vuestro padre, y vienen con él |
las penas, las pribaciones , el desprecio
y aun el odio para la desgraciada Ma- '
tilde. En una ocasion tan triste Vodmar está á vuestros pies. .. este Vodmar que
os adora , que quiere cambiar vuestro |
infeliz destino, que os presenta su ma- no , sus bienes y su corazon... A vues-
tra menor palabra hablaré al punto al:
Conde , y tal vez obtendré su consen-
timiento ; cesareis de continuar en el oprobio, os elevo al estado que os es: debido y dedico toda mi vida á haceros | olvidar los excesivos males que habeis
padecido,
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¡uIsa, (Aparte.) ¡Vaya que las intenciones
de este Señor no pueden ser mejores!
AMELIA. Sin duda que sois acreedor al.
mayor reconocimiento.
HERMAN. Á la verdad que deberiais ser
mas dichoso.
MATILDE. (Confusa.) No dexo de hacer jus-
ticia á vuestro proceder, Mr. de Vod- mar. .. pero yo dependo de un padre....
voDMAR. Pues por lo mismo, permitidme que le pida su permiso, y prometed- me solamente en el caso de que nos le conceda .s. +»
MATILDE. (Le interrumpe con firmeza.) No, eso no, (Como reprimiendose.) No es en mí decente el hacer ninguna Promesa.
voDMAR. (Mas acalorado.) Pues si decis que vuestro corazon está aun libre, y que no me aborreceis. . .. dexadme reparad
: vuestras desgracias. ... dexadme termi-
- Nar Vuestros males. ... de los que me acuso interiormente , por los que vivo mortificado , y de los quales soy, en fin,la causa.
TODOS. (Con admiracion.) ¿Quién? ¿Cómo?..,
AMELIA. ¿Qué es lo que acabais de decir?
HERMAN. Explicaos algo mas.
YODMAR. (Con ansia.) No puedo: el honor
me lo impide. Digo solamente que soy inocente y culpable... Sí, soy la yic- tima' de un crimen que no he cometi-
30 '" do; y que me (39) encadenado. Dad= me , Matilde, el poder y derecho de re- parar este atentado. .. Compadeceos de vos misma , y de mf... Libertaos de la
humillacion y del desprecio ; y salvad=""
me de los remordimientos y desespera- cion. Matilde concededme vuestra mano. MATILDE. No puedo llegar á comprehen- der cómo podeis tener tan gran parte en mis penas , pero no intento descu= "brir este misterio. Os agradezco el'in- terés que tomais en mi triste situacion, y deseo me creais sensible á esos testi- monios de una estimacion á que sola- mente puedo corresponder con mi gra- titud ; mas de ningun modo condes- ciendo con las diligencias que intentais, porque no mees posible aceptar vues- tra mano. Ojalá que seais muy dichoso, pero con otra... Por lo respectivo á mi desgracia podrá tal vez minorarse: un padre no es por siempre inexórable, aca- so el Cielo moverá algun dia el corazon del mio ; y si por mi desgracia fuese mi suerte siempre igual, sabré someterme Con resignación , pues una conciencia pura, y una vida sin delito son con- suelos muy poderosos contra el infortu- nio, ademas que el valor nos familiari- za con él; y: por último rre muerte vie» ne á ser su término,
=— —
| ELIT
et Bien , pues yo, á quien jamás faltó esco el valor , y á quien el mis- mo amor dará fuerzas, yo sabré oponer- «me á que deis ese exemplo, que admi- ran los hombres, á su inhumana pie- dad. .. Pongo al Cielo por testigo de que si no hay otro arbitrio , á pesar de vues- tro padre, y aun de vos misma...
ESCENA Ill. LOS MISMOS Y FELIPE. Entra corriendo é interrumpe á Vodmar.
FELIPE. Señores, Señores, ya está aí el pos-
tillon que viene delante del amo , y dice
que no tardará en llegar con su sobrino
Ernés que le acompaña.
|¿MATILDE. ¡Dios mio! ... ¿mi padre!...
¡dichoso Ernés!... ¡desgraciada Matil-
de! ... (Marchandose con Amelia , llenas
de confusion.)
| HERMAN. (Acompañandolas.) ¡O quánto me
_compadezco de vos!... ¡quánta lástima
¡me causais!...
| vobMar. (Mirando á Matilde.) ¡Ah! depa,
1. .Cradad. Js yo por*mí'D.
' 3ulsa. (Aparte mirando á Vodmar. y El se queda todavia. ¿Qué intención será
la suya? ¡AMC
32
HERMAN. (4 Vodmar con una especie de embarazo.) En llegando el Señor. Con= de... se entrará aquí sin duda.
vVODMAR. Como es preciso que yo le ha- ble , me estoy quieto en esta sala.
HERMAN. Acaso no sea esta la ocasion mas favorable. .. No os espongais. . .
vopmMar. (Con soberbia.) ¿A qué? (mitigan- dose.) Veame en hora buena Mr. de Or- leim. Mi suerte depende de él ; pero la suya de mí.
HERMAN. (Aparte.) Harto le he dicho. Es- te encuentro podrá ser fatal. . . (4 Lu1- sa aparte al salirse él.) Mirad si podeis apartarle de aquí Luisa. ... Tal vez conseguirá una muger lo que niega él á mis ruegos. (Vase.)
ESCENA 1V. YODMAR Y LUISA.
vonmar. (4parte.) Procuraré calmar la in- quietud que me agita. esforzando toda ¡mi razon. y. 2
Luisa. (Aparte.) Hallo en este joven exce- lentes: qualidades ; pero tiene su cabeza un paco á la gineta. (4 él.) Tened á bién-, Señor Baron, de que me atreva á
> manifestaroS. ....
VODMAR. (Inserrumpiendola con Pisos dy Es-
33) tá demas. , Señorita; ya -oisteis lo que dixe ahora mismo al Capellan. Estoy resuelto , y se acabó.
Luisa. En tal caso está demas mi dae tencia. (Hace que se vá y.el la detiene.)
VODMAR, Creo , Señorita, que os llamais Luisa.
LUISA. Si Señor , para serviros.
VODMAR. ¿Os hnos criado con la hermo- sa Matilde en, aquella casa de campo, donde en. su infancia vivió con su madre diez años?.. ls
LUISA. Así es, y, allí nací. |
VODMAR. Sé tambien que la Condesita os- distingue con su confianza, y os estima muy particularmente.
Luisa. Procuro merecerme esos honores.
¡vobmar. Aquí debe haber un joven de be- llas circunstancias, llamado Felipe... A+ quien. mirais con gusto. «;.;
Luisa. (Sonriendose.) day que. aunque fueseis adivino!. ... +1] 210%
VODMAR.«; Sís, lo sé la o
Luisa. Pero, y ¿qué consequiencias ACA de todas esas preguntas! eS Y
vODMAR. Que si os hiciescis de mi parte en mis «proyectos laudables con la ajmma-
.. ble: Matilde , me tendriais. eternamenje
reconocido , y yo procuraría con señala- dos favores hacer dichosa vuestra uniqn con Belipe. Rad * c
avisa. No continueis hablandome mas por ese estilo ,-Señor Baron.
VODMAR. Soy generoso , y sé quando se me sirve. ..-
Luisa, (Interrumpiendole. ) Pues yo soy tan desinteresada , que jamás east un favor.
VODMAR. No es eso muy comun.
Luisa. En mí es natural. ]
voDMAR. Podrá serlo, pero «sin embargo una que tiene talento para penetrar. ..
Luisa. Es que soy tan discreta para saber callar lo que se me dice, como para no querer sáber lo que se 'me calla.
“vODMAR. Sois, á la verdad , singularísima.
LUISA. ¡Qué! algunas habrá así en 'mi se- xó ,á pesar de su mala fama.
“voDMAR. Pues decidme á lo menos. ¿El joven Ernés que vé continuamente á Ma- tilde, y que sin duda lográ'tambien en- trar en su compañía íntima...
1uisa. Mr. Ernés es su primo...
VODMAR. ¿Y qué importa para “qué le pa- rezca hermosa su prima?-
ruisa. Tal vez suceda así, como que bas» ta para eso el tener buena vista, y los
“> ojos de Mr.' 'Ernés no son 'malós.
vVoDMAR. Ola ¡con qué atencion se los ha= beis mirado!
“kuisa. Con gusto, y sin riesgo. .. pero va- mos claros , Señor Baron , bay-os tomais
un trabajo inutil, ni vuestras. preguntas, ni vuestras promesas conseguirán de mí nada. Digo yo solamente lo que quiera que se sepa, sin que se me' pueda cegar por el soborno. Me empleo únicamente en mis ocupaciones, y de. ningun mo- do en. los secretos agenos. Carezco de toda «habilidad para la intriga, porque me falta el talento que exigc. En fin, os creo Caballero digno de la Condcsi- sita Matilde , y siento que degradeis vuestro «caracter , intentando «así envi- lecer el.mio. Os respeto quanto debo pero noyjpuedo serviros en. n2da para con mi Señorita ; todo: lo mas que haré en favor del interés que me inspirais, es el: rogaros que. os retireis de-este.sis tio. Va á:entrar en él nuestro amo , quien sabemos que justa Ó injustamente no os vé con gusto. Dexad «de:exponeros sos licitando de él una explicacion que. no os serámagradable. Creedme, y si es ver- dad que: amais sinceramente á. Matilde, dadla úna prueba con apartaros de aquí para ahorrar á su padre un sentimien- to que: no podrá faltarle si llega á veros.
VODMAR. Muy bien , yo; adoro. 4 Matilde; respeto á su padre. . . y no olvidaré que sois preciosísima.
Luisa. En esto no hago mas que cumplir con mi obligacion. ... pero. ya se oye el
Cc 2
36) > ruido. «. . Mi amo ha llegado. . ... (Aparte.) ¿Cómo se saludarán al verse? voDMaAR. (Aparte.) Tendré presente que es desgraciado... y que lo. es por mi cau- sa... . ¡Ya entra!... ¡Cómo palpita mi corazon! .. . ¡Qué ascendiente tiene so- bre la alma una persona, de cuya vis- ta solamente debemos avergonzarnos!
ESCENA Y.
EL CONDE DE ORLEIM, ERNES ( Ámbos en trage de camino), HERMAN, BLUM, LUISA , FELIPE Y VARIOS CRIADOS DE LA CASA,
Vodmar se pasea retirado por el fondo del Teatro sin ser visio del Conde.
ORLEIM. (Abrazando 4 Ernés.) Dadme mil abrazos, querido sobrino... ¡Qué susto me dió tu enfermedad!... pero estás ya bueno , y veo eumplidos mis deseos... . (Volviendose á la familia que: le tiene ros deado.) Os estimo mucho-á todos el exo presivo recibimiento que me haceis. Co. nozco que me volveis á ver con gusto, y no es menor el que yo tengo en vol» ver á vuestra compañía... (:4! Padre Capellan que con mucho respeto está algo
lo retirado.) Herman , mi querido amigo
a
| (37) Herman, corred á los brazos de quien
os estima de veras. E
HERMAN. Perdonad, Señor Conde, á mi respeto...
ORLEIM. Dexémonos de cumplimientos. Yo estoy siempre deseoso de veros , y muy contento despues que os visto, (mira á todos lados con una especie de imquie- tud, y alarga la vista muy amenudo hácia la puerta de Matilde.) Me parece